Durante el primer semestre del año 2016, el Museo Diocesano de Zamora, expone algunas pinturas de Alfonso Bartolomé, artista local recientemente fallecido. Se trata de la primera muestra de arte contemporáneo que alberga este espacio expositivo.
El Museo Diocesano de Zamora, instalado en la iglesia románica de Santo Tomé de la capital, ha inaugurado una nueva exposición temporal con las obras pictóricas de Alfonso Bartolomé. En esta muestra póstuma se exponen lienzos de temática religiosa, alguno de ellos iniciado o inacabado, donde se evidencia su afecto por las imágenes medievales, ya sean cultuales o museográficas.
También se exhiben bocetos de vidrieras de hormigón armado y de mosaicos murales, como los destinados a las fachadas de las iglesias de San Benito de Zamora (antiguo monasterio de Benedictinas) y Santa María del Carmen de Renueva, de Benavente.
La exposición temporal permanecerá abierta hasta el próximo mes de Julio.
El director del Museo Diocesano, Jose Ángel Rivera de las Heras, ha explicado que con esta exposición se quiere rendir un pequeño homenaje a este artista tan conocido en Zamora, que "contribuyó a ennoblecer el arte cristiano de nuestra Diócesis de Zamora". Además, agradeció en el acto de la inauguración, a la familia de Bartolomé, presente en el mismo, así como a los coleccionistas particulares, su generosidad por prestar temporalmente sus obras, para disfrute de cuantas personas visiten la exposición.
En el programa, Jose Ángel Rivera señala sobre la obra de Alfonso Bartolomé: "Su obra pictórica, la más abundante, destaca por el color, la pigmentación y el geometrismo. Un color vigoroso, cálido, luminoso y vibrante, contrastado. Una pigmentación densa, pastosa, de textura táctil, aplicada con espátula, pincel y dedos. Y unas formas esquemáticas, sumarias, rotundas, volumétricas. Tal combinación hace que el resultado final de la obra esté cargado de una importante fuerza estética y produzca en el espectador un emocionante impacto visual".
"Sus lienzos no son una representación de lo real, sino un camino constructivo y lento hacia lo irreal -incluso lo onírico-, atravesado por el sentimiento vitalista y de búsqueda inquieta y constante que animaba al artista en su proceso creador. Así generó una personalidad artística propia y coherente, un universo particular que partía de la realidad misma, era filtrada por la intimidad de su ánimo, y finalizaba en una obra intensamente vitalista."
"Retratos, paisajes, casas rurales, horizontes urbanos, bodegones, objetos artesanales, cuya inminente desaparición producía nostalgía, imágenes religiosas que habían perdido su carácter cultual, interiores con ventanas, visillos, paños, macetas con flores....eran sus temas preferidos. Y cómo no, la ciudad de Zamora, su románico y su Semana Santa, elementos definitorios en los cuales las gentes de la tierra se reconocen fácilmente".
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